El día del cumpleaños es un día importante para la persona que lo celebra. Es un día para la introspección. Debemos preguntarnos el propósito de nuestro nacimiento y el progreso que hemos realizado en relación a este propósito.
Generalmente, la gente renace en base a su karma pasado. Pocos son los que renacen en base al karma divino. Estos últimos se ocupan del propósito de su vida muy temprano en la vida, mientras que los primeros pueden encontrarlo solo si se dedican a cumplir sus obligaciones y no se dejan llevar por satisfacer sus deseos.
Las personas están impulsadas mayormente por deseos, no por deberes y obligaciones. Cuando los deseos predominan, uno queda arrastrado a un campo inacabable de causa y efecto y continúa con la serie de nacimientos y muertes.
Es infantil correr tras los deseos; una persona madura es aquella que siempre busca cumplir sus obligaciones antes que satisfacer sus deseos.
Cuando alguien se compromete en este sendero, acabará con el tiempo encontrando el propósito de su vida.
En cada cumpleaños, durante el primer cuarto del día, uno debe hacer introspección sobre el propósito de su vida, el actual estatus de vida, si está haciendo lo que tiene que hacer, o está solo perdiendo tiempo y energía sin rumbo fijo. En el segundo cuarto del día puede relacionarse con la familia, y en el tercer cuarto con la sociedad.
Esta introspección es un deber fundamental asignado a cada aspirante.